Campoo

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sábado, 7 de diciembre de 2013

Vieja Cantabria





  • PODER Y LINAJE
  • El proceso de conformación de las élites sociales en el bajo-medieval con La estructura del linaje, fue la forma de organización familiar básica de los grupos más influyentes, cuya finalidad estaba dirigida a la defensa del patrimonio familiar y la influencia social y política.
  • Los grupos nobiliarios hicieron cristalizar sus relaciones de parentesco en linajes como estructuras de poder y buscaron el afianzamiento y proyección de los mismos como manifestación de su destacada posición dentro de la sociedad. La difusión de la conciencia interna de su pertenencia a estructuras familiares, que eran la base sobre la que se asentaba su poder y les proporcionaba la fuerza necesaria para mantenerlo y transmitirlo, hizo así proliferar las historias genealógicas que remontaban hasta los ancestros más lejanos, casi míticos, para ofrecer una línea completa de prestigio, de sucesión y relaciones de parentesco, de la nobleza bajo-medieval. 
  • Los linajes eran el instrumento, mediante el cual actuaban las relaciones del grupo dominante incluso para la apropiación de recursos; La estructura de los linajes era vertical, a la cabeza se hallaban parientes mayores, que eran los rectores de la política del linaje, ostentaban su representación y eran, por lo tanto, sus jefes políticos. En segundo lugar, los hijos y parientes directos de éste; en tercer lugar, una clientela de hombres armados y asalariados por último, una serie de servidores  compuesta de criados y mozos. Aunque, en el linaje predominaban los vínculos basados en la consanguinidad, la unión se cimentaba también sobre los lazos de lealtad y amistad, y sellados con pactos vasalláticos y matrimoniales entre linajes.


  • Estos linajes se organizaban en torno a un apellido, un so­lar, un blasón, una torre y su cohesión fue vital para alcanzar el poder político .Uno de los instrumentos fundamentales de la homologación de la clase dirigente  fue la extensión del estatuto de la hidalguía,La estructura interna de estos linajes se consolidaba mediante relaciones matrimoniales entre las familias, y las vinculaciones de carácter vasallático entre sus miembros, cuya finalidad era atraerse el máximo número de hombres posible con el objetivo de la conquista y el ejercicio del poder. Los enlaces matrimoniales fueron esenciales para la formación de la red de alianzas. Por medio del matrimonio, se daba continuidad al linaje, se preservaba la propiedad heredada, aumentaba el patrimonio de la casa y se extendían las conexiones del linaje. La mayor parte de los matrimonios se concertaron con linajes de la propia merindad campurriana
  • A partir del siglo XII el campesinado va tomando dependencia de monasterios y, algo más tarde, de la nobleza. Los pequeños propietarios entregarán sus tierras a los señores a cambio de protección, pasando ahora a ser colonos de las mismas. Con el tiempo esa dependencia irá creciendo, haciéndose hereditaria y generando una serie de tributos que fortalecerán a ciertas familias. Como ejemplo, en la zona de Santillana, destacaban  los  linajes de los  Castañeda y los De La Vega, quienes dejaron constancia de sus disputas sobre los valles de Carriedo y el de Toranzo. 




  • En los linajes de las Asturias de Santillana, encontramos que los Navamuel acordaron su alianza con los Bustamante en la segunda mitad del siglo XV, a través del ma­trimonio de Alvaro de Navamuel con Ana Bustamante. Es tam­bién el caso de los Castañeda, del cual nos dice el cronista Lo­pe García de Salazar que habían alcançado grande estado por casamientos: El linaje de Castañeda su fundamiento fue de los de Castañeda e poblaron en Santa Cruz de Valdeguna. E d'éstos, del que ay memoria que más valió fue Alonso Muñoz de Castañeda, que pobló en Santa Cruz de [Baldelguna, que dexó fijo a Gonzalo Muñoz de Castañeda, que casó con fija de Pero del Carrillo de Ormaza e ovo fijo d'ella a Gonzalo Muñoz de Castañeda, que eredó la casa de Ormaza porque Juan Carrillo d'Ormaza, su tío, no dexó fijos. Dexó fijos este Gonzalo Muñoz a Alonso Muñoz de Castañeda e a Gonzalo Muñoz e otros es­cuderos muchos que ay d'este linaje. E Alonso Muñoz casó con fija del conde Gonzalo e dexó un fijo d'ella, que eredó todo lo del dicho conde Gonzalo de Guzmán. E han alcangado gran­de estado por estos casamientos. Un ejemplo, un tanto pe­culiar lo ofrece el linaje de Bustamante, de él nos dice el cro­nista vizcaíno que el que más valió fue Diego de la Peña de Bustamante, que vivía en La Costana y que se casó y tuvo hijos con la hija del obispo de Palencia. A finales del siglo XV, nos consta documentalmente que los linajes de los Ríos, los Hoyos, los Navamuel y los Bustamante habían establecido alianzas por medio del matrimonio.
  •  En la distribución de los linajes en Campoo tiene dos fases. En la primera, a mediados del siglo XIV, el número de linajes au­tóctonos con lugares en los que ejercen derechos señoriales compartidos era de una veintena: Castañeda, Ríos, Hoyos, Quevedo, Bustamante, Villalobos, Mantilla, Villegas, Porres, Navamuel, Armellas, Ceballos, Fresno, Horna, Rojas, Calderón, Proaño, Cuena, Cabrales, Nava... En la segunda fase, consoli­dada ya en la segunda mitad del XV, el número de linajes con derechos señoriales disminuyó a siete: Navamuel, Aguayo, Rí­os, Castañeda, Bustamante, Hoyos y Terán. Todos estaban ya documentados en Campoo en el Becerro de las Behetrias, con exepción de los Aguayo y los Terán, se repartian el gobierno del territorio en el ambito local.  
  • En la Hermandad de Cinco Villas, a finales del s. XV estaba asentado el linaje de los Aguayo, que comenzó con Fernán de Aguayo, que participó en la conquista de la Baja Andalucía jun­to a Fernando III y cuyo primogénito Diego Fernán levantó la torre de San Miguel. No obstante, en el Libro Becerro de las behetrías no aparecen mencionados, tan sólo se documen­tan los Hoyos y Quevedos.
  • En la Hermandad de Campoo de Suso, destaca el linaje de los Ríos, asentados en el solar de Proaño, y con lugares seño­riales como Fontibre, Abiada, Ormas, Camino, Ormas, Villacantid, Paracuelles. En 1352, según el Becerro de las Behetrías, no sólo tenían bajo su poder distintos lugares de Campoo de Suso, sino que también se habían extendido por Campoo de Enmedio: en Bolmir, Nestares, Fresno del Río y Horma. En Campoo de Enmedio y de Suso, se enfrentaron con otro linaje, el de los Castañeda, cuyos lugares de señorío se extendían ca­si por las mismas aldeas: Fontibre, Proaño, Abiada, Villacantid y Paracuelles. El linaje de los Ríos consolidó su patri­monio fundiario a raíz de la formación de un gran ma­yorazgo con numerosos bienes en casas y tierras de la merindad por parte de Don Hernando de los Ríos, ve­cino de Paracuelles de Campoo, en 1486, patrimonio que aumentó al comprar en subasta en 1491 los de Juan de Barahona. El linaje de los Ríos estaba alia­do con el de los Bustamante, pues nos consta que és­tos utilizaban la torre de Proaño como cárcel particu­lar
  • A finales del siglo. XV. Por debajo de este linaje, se encontraban otros, como los Fontibre que, a principios de la centuria siguiente, logró unir a las distintas familias de la hermandad bajo su mando. En la villa de Reinosa. A mediados del siglo XIV ejercían 
     derechos señoriales los linajes de Horna, Fresno, Ríos, Cabrales y Castañeda. Sin embargo, el mapa de linajes a finales del siglo XV había cambiado radicalmente, pues sabemos que estaban asentados varios linajes, como los Cos, los Solórzano, los Rebo­lledo, los Estrada. Su desaparición de la villa la tenemos documentada en el caso de Gonzalo Ruiz de Fres­no, quien vendió por la fuerza su casa torre a los de La Vega y luego opuso resistencia armada a principios del siglo XV.


  • En la merindad de Campoo  se asentaron dos destacadas casas nobles castellanas: La Vega-Mendoza y los Manrique. El proceso de expansión de la casa de La Vega por Campoo se hizo, en principio, lenta­mente. Los primeros testimonios referidos a sus señoríos en Campoo los hallamos en el Becerro de las Behetrías de 1352. El señorío jurisdiccional de don Tello en tierras campurrianas pa­só a depender años más tarde de Leonor de la Vega al contra­er matrimonio con su hijo, Juan Téllez de Castilla. Con la muer­te de éste, sus posesiones quedaron en manos de su esposa, quien en segundas nupcias se casó con el almirante Diego Hur­tado de Mendoza. Según el inventario de los bienes raíces de Leonor de la Vega realizado en 1432, sus propiedades se distri­buían por Campoo de Suso, Argüeso y Reinosa. Sin em­bargo, éste no aumentó su poder sobre estas tierras por vía conyugal, sino por concesión directa del propio rey Enrique III en 1395. Los problemas se sucedieron pues la hija de Leonor de la Vega, doña Aldonza, se casó con García Fernández Manrique, I conde de Castañeda y III Marqués de Aguilar. Lógicamente, la entrada de la casa de La Vega en Campoo provocó resistencias por parte de los linajes autóctonos. La for­ma en que los linajes campurrianos se opusieron al marqués se basó en el desarrollo y control de las hermandades, cuyo apa­rato institucional va apareciendo en época de los Reyes Católi­cos. Igualmente, se enfrentaron al marqués de Aguilar.
  • Uno de los señores más importantes del siglo XIV fue Garcilaso I de lVegavalido de Alfonso XI de Castilla y chanciller de Valladolid, Quien obtuvo territorios en las Asturias de Santillana. Los Vega recibieron en 1341, de la mano de Alfonso XI, los valles de Carriedo, Villaescusa, Cayón, Camargo y Cabezón, junto a otras propiedades. Íñigo López de Mendoza, quedó a la muerte de Leonor con los territorios de las Asturias de Santillana. Aunque la casa De la Vega-Mendoza era la más poderosa, otras familias nobiliares se disputaban los territorios, incluso en algunos de los nueve valles. Es el caso de los condes de Castañeda, que tomaron por la fuerza posesión de algunas zonas del valle de Camargo. Carriedo, situado al sureste de las Asturias de Santillana, pertenecía entonces a la familia Velasco  que era codiciado por los Mendoza. 
  • Entre finales del siglo XII y principios del XIII, surge un nuevo proyecto de organización territorial: la merindad, que se superpone sobre el antiguo entramado administrativo y territorial motivado por el progresivo fortalecimiento del poder real y la necesidad de asegurar las bases jurisdiccionales, económicas, militares y sociales frente a la simultánea afirmación del poder señorial, lo que no evita que, en ciertas ocasiones la ti­tularidad sobre tales merindades, que corresponde al merino, recaiga sobre algún miembro de la poderosa aristocracia señorial, casi siempre para pagar el apoyo, económico, militar o político, prestado a la monarquía en ciertos momentos de apuro o debilidad.


  • La configuración de la Merindad de Aguilar de Campoo desde finales del siglo XIII, englobando Campoo, dificultó su consolidación institucional. En este tiempo, comienzan a ejercer su plena influencia los elementos endógenos -los linajes- en la configuración político-territorial de Campoo. Con las transformaciones socio-políticas del siglo XIV, se produjo un proceso de señorialización que afectó a Campoo. Los nuevos señoríos laicos heredaron el protagonismo que en la Alta Edad Media habían tenido los dominios monásticos citados más arriba. De este modo, en lo siglos XIV y XV, tienen lugar dos procesos. El primero fue la territorialización de los linajes autóc­tonos entre finales del s. XIII y durante el XIV, aprovechando la estructura territorial que habían trazado los reyes y los mo­nasterios; el segundo, giró en torno a la señorialización de es­te espacio por parte de las casas de La Vega Mendoza y de los Manrique. El primer proceso conllevó la consolidación de las demarcaciones territoriales más pequeñas, como Campoo de Suso, Enmedio y Yuso, Valderredible, Cinco Villas, etc., el segundo la segregación de un importante espacio al sur, el de Aguilar.
  • En la segunda mitad del siglo XV, se establece la última reorganización medieval de la estructura político-administrativa y territorial de Campoo, y, una vez más, tiene el mismo objetivo que la anterior: reforzar la autoridad del rey y de un sistema político cada vez más centralizado y burocratizado. Las circunstancias históricas (señorialización de Aguilar de Campoo, y consolidación del realengo en Campoo) propiciaron una cris­talización política en dos territorios. 
    Por debajo de la macroestructura de la merindad campurriana con su cabeza, surgieron divisiones socio-territoriales más operativas: las hermandades. Durante la Alta Edad Media, los habitantes de Campoo se relacionaron entre sí en términos de comunidad y no de sociedad. Las comunidades de valle, di­rigidas por familias locales preeminentes -hombres buenos-, se consolidaron política e institucionalmente en la segunda mitad del siglo XV, bajo la forma de Hermandades 


  • LAS TORRES
  • Se construían en sitios escarpados o de difícil acceso, se edifican en los vados de los ríos, en los caminos que se utilizan para el comercio, cerca de las tierras de labor; pasan a ser la cabeza visible de una economía basada en la agricultura, la ganadería y el cobro de peajes o impuestos. En este momento, nos encontramos con el país dividido en multitud de señoríos, en los que sus dueños eran la clase dominante y, como símbolo carismático de ese poder, erigen las torres, conventos o abadías, además de las funciones de vigilancia y defensa hemos de considerar a la torre como un elemento distintivo de autoridad y poder económico.
  • Los dueños de estas torres, cuando no están sirviendo al rey en alguna campaña militar -a lo que están obligados por el juramento de vasallaje-, ocupaban su tiempo ocioso entregados a los placeres de la caza o dirimiendo antiguas disputas con enemigos ancestrales, viviendo de las rentas que les producen sus territorios. Sin embargo, un nuevo acontecimiento cambiará este modo de vida.
  • La transición de la Alta a la Baja Edad Media supuso una gran crisis económica que afectó a todos los países europeos. La nobleza feudal perderá poder y sus recursos económicos se verán seriamente afectados. Ante tal situación actuarán aumentando aún más los impuestos sobre los siervos e intentando apoderarse de los recursos de sus vecinos. Ello conduce a las llamadas guerras de bandos, en las cuales los nobles -infanzones, caballeros hijosdalgo- se unen en alianzas contra clanes rivales amparados en seculares disputas territoriales que lo único que pretenden es defender sus intereses económicos y, si es posible, arrebatárselos al vecino. Son tiempos de alianzas, pactos, juramentos, traiciones, venganzas; cada señor feudal intenta tener más fuerza y poder que su rival. La torre pasa a desempeñar también un papel de origen del linaje, de apellido de la familia.
  • De estas cruentas luchas de bandos quizás una de los episodios más tristemente famosa sea la de “los banderizos”, que enfrentó a los gamboinos y a los oñacinos y que tiñeron de rojo los valles de Vizcaya y Guipúzcoa durante los siglos XIV y XV. En el resto de España las luchas entre Pedro el Cruel y Enrique de Trastámara, por la sucesión al trono, escribían un triste capítulo más de nuestra Historia.
  • Estas luchas fratricidas y sangrientas asolaron todo el norte peninsular hasta que Enrique IV, en 1457, decreta el desmoche o rebajamiento de la altura de las torres. Posteriormente, los Reyes Católicos, llegarán incluso a prohibir la construcción de más torres y castillos, teniendo que destruir, en ocasiones, numerosas edificaciones militares ante la negativa de los nobles a aceptar la autoridad real. 
    A partir del siglo XVI finalizan las guerras de bandos y las torres, símbolo de señorío y testimonio de viejo abolengo, van perdiendo su carácter austero y sobrio. Aunque permanecen los elementos defensivos a la larga irán perdiendo su funcionalidad. En los muros se abren más huecos, las fachadas empiezan a llenarse de elementos decorativos e incluso algunas torres se convierten en palacios.